ALBERT RAURICH

DOS PALILLOS

shottsuru de boquerones

ingredientes:
- 2000gr de boquerones pequeños
- 500gr de sal gorda
- 50gr de pimienta negra en granos

preparación:
- Descabezar y destripar los boquerones. Sin pasarlos por agua, disponerlos en un recipiente sin amontonarlos, cubrirlos con sal gorda y dejarlos curar durante 3 días en un lugar fresco.
- Pasado este tiempo, en un bote de cristal, disponer una capa de sal gorda, otra de boquerones, un poco de pimienta negra recién molida y otra capa de sal.
- Repetir esta operación hasta llenar el recipiente. Es importante prensar mucho la preparación e ir añadiendo el agua que ha soltado el pescado durante el primer proceso de curado para que no queden espacios con aire entre las capas de pescado.
- Acabar de añadir toda el agua de la salmuera.
- Dejar reposar un mínimo de 1 año (cuanto más tiempo mejor) en un espacio fresco y seco
- Transcurrido este tiempo prensar los boqueroncitos que estaban medio deshechos y pasar el agua de la conserva por un colador y luego por una estameña y así se obtendrá el shottsuru

Conocedor de primera mano de la ancestral técnica para poner las anchoas en salazón, llegó al garum de manera fortuita, al encontrarse uno de esos botes de conserva que tenía guardado en un trastero y que había olvidado. El bote, que llevaba allí un mínimo de cuatro años, parecía poco aprovechable, porque la sal prácticamente había descompuesto la anchoa. Aún así, decidió darle una oportunidad al contenido y aprovecharlo. Se le ocurrió probar el líquido y descubrió un sabor increíble. Decidió filtrarlo con una estameña y apareció un líquido dorado, limpio, bonito, que concentraba todo el sabor de la maduración de las anchoas.

Esa agua de anchoas, así lo llamaban, formó parte de un plato icónico de su restaurante Dos Palillos en 2012: la sardina que quería ser anchoa. La receta emplea filetes de sardina limpios curados sutilmente con un poco de sal. Al quitarles la piel, aparecen unos reflejos plateados en la superficie de la sardina, que la hacen parecer una anchoa pero sin serlo. Finalmente, le añadían este líquido dorado que todavía no se llamaba garum, pero que lo era.

El interés por esa agua de anchoas le hizo investigar y atar cabos con otros productos similares. Por una parte, las típicas salsas de pescado del sudeste asiático: el nam pla de Tailandia, o el nuóc mam de Vietnam, que en occidente llevan el nombre genérico de fish sauce y se elaboran prácticamente igual (pescaditos pequeños y sal). También el shottsuru japonés, que allí llaman ‘nuestra salsa de soja ancestral’. Elaboraciones que conoce de primera mano, que para algo el Dos Palillos es un restaurante de cocina asiática.

Por otra parte, la colatura italiana, un producto muy curioso que aprovecha el agua de las anchoas en salazón. Y por último el garum de la antigüedad, al que llegó investigando la cocina mediterránea para el proyecto del restaurante Dos Pebrots y donde el garum se ha convertido en signo de identidad.

La elaboración de garum la hacían reproduciendo ese primer bote revelador. Pero se necesita demasiado tiempo y no es práctico para un restaurante. Un día cayó en sus manos el libro de René Redzepi y aprendió de él un nuevo sistema para acelerar la fermentación: el empleo de koji (aspergillus oryzae).
El koji no solo actúa como catalizador de la fermentación, también evita la acción del penicillium.

Para conseguir el garum del siglo XXI, se necesita controlar el ph, la humedad y la temperatura. La fórmula es casi igual, pescaditos pequeños y sal, pero se le añade agua y koji. Si todo va bien -a veces se estropean- se obtiene garum en solo tres meses. Este garum, según el chef, es mucho mejor, más complejo, con muchos más matices, profundamente umami y sápido. Y se puede hacer de cualquier cosa: de erizos, de cangrejos, de pepino de mar, de gambas, de pichón… además del clásico pescado azul. 

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NULLA DIES SINE GARUM